Al llegar a Los Ángeles lo primero que ves son un chingo de asiáticos descargados de inmensos Boeing 747, listos para retacar casas
El clima es muy agradable, sobre todo para ruquitos de lana, pero hay días en que hace un calor de ese que hace que se te peguen los calzones a los huevos, por eso, amiguitos, es importante usar boxers.
La primera vez que visité la ciudad, tendría unos 10 años y estaba bien pinche emocionado, me sentí como John Connors perseguido por "El Exterminador" (una de mis películas favoritas de la infancia).
Hay dos estaciones de radio decentes la KROQ y la Indie (que nombre tan culero) pero la mayor parte de los jóvenes californianos escuchan mariconadas como el emo y grupetes como thursday y dashboard confessional; el hip hop hasta su puta madre. Para ellos el rock británico se reduce a coldplay y las mismas pinches canciones, querido lector, que bailan sus tías prendidonas, su prima la que se cree buena y que usted las disfruta en su transporte colectivo; allá son también un hitazo, el mismísimo reggaeton. Obviamente, como en todo lugar, hay gente que escucha cosas interesantes.
Los enemigos públicos número uno de la ciudad, son el pelón pelorrico y los miguelitos, en cada parada de autobús hay un letrero que advierte sobre el plomo contenido en tan tradicionales dulces industriales mexicanos.
La comida en el gabacho es asquerosa, a las 2 semanas subes como 2 kilos o más, pero si se sufre del síndrome del "jamaicón", es decir de extrañar las tortillas y demás comida tradicional, usted puede encontrar en cualquier Target pan del osito derechista y productos del maguito de sonric´s , nunca he sabido qué es realmente, ¿Una bola de algodón o una verrugota con patas.?
Hay una parte del centro que es igualita a la lagunilla, es por donde está el Million Dollar Hotel, hay un chingo de homeless, de esos que tienen su carro de supermercado para recoger cualquier porquería que encuentran en la calle. Allá los ricos viven en los cerros.
Sin duda lo que más me gusta de L.A. son sus atardeceres, son realmente hermosos y sobre todo contemplarlos mientras uno maneja por Sunset Boulevard.
No se pierdan próximamente un post sobre mis aventuras en la máxima expresión del capitalismo salvaje moderno: "¡¡¡Disneyland!!!".