domingo, julio 23, 2006

Uno más que se va...

A sus 32 años, Juan Pablo Rebella, puso fin a su vida con la ayuda de una calibre .32 .

Director montevideano que al lado de Pablo Stoll realizaron dos joyas del cine lationamericano: 25 watts (Rebella/Stoll, 2001) y Whisky (Rebolla/Stoll, 2004). Cineastas que, junto con los mexicanos Julián Hernández (El cielo dividido, 2006) y Carlos Bolado (Bajo California: El límite del tiempo, 1999) son algunos de los que sacan la cara por la "industria fílmica latinoamericana".

Esa industria insipiente que, lamentablemente, se concentra más en el nuevo anuncio de diego o en qué portada va a salir gael; de las figuritas del presupuesto (ripstein y cazals); de los comerciales de 2 horas; de las películas, ensalzadas en el devaluado Festival de Cannes, con "elaboradísimos guiones" que finalmente se basan y caen en la grosería gratuita de "ay gael dijo puta madre". Para terminar construyendo sus historias al más puro estilo chespirito de la coincidencia y la confrontación evidente. Como cuando el chavo del ocho se estrella con el señor Barriga.

Rebella nos deja un cine donde los silencios, los campos vacíos, los planos secuencias son los que realmente expresan mucho más que los diálogos, que terminan convirtiéndose en meras sugerencias dentro del relato.

Películas que van más allá de la explotación de la violencia con espectaculares movimientos de cámara a la Ciudad de Dios (Meirelles, 2002) o de la miseria presentándola verdosa y sucia a la Amar te duele (Sariñana, 2002).

Un cine latinoamericano que no busca relatar la anécdota guapachosa, bananera, chistosona y tropical para saciar los curiosos ojos del mundo que desconoce nuestra región. Es un cine de la cotidianeidad, de lo sentimientos y emociones, un cine para la humanidad...

4 Comments:

Blogger Raúl A. Pinto said...

Uff, palabras muy sinceras. Estoy de acuerdo contigo: el cine latinoamericano ya tuvo suficientes drogas, peleas callejeras, prostitutas, niños desamparados, jóvenes sin más norte que matar o insulsos chistes sobre sexo. No digo que tengan que prohibirlos, sólo que ya basta. Latinoamérica es lo suficientemente grande para tener diversidad cinematográfica. Ojalá Rebella sea el Cristo que se necesitaba para que nazca una nueva esperanza. Saludos

12:54 a.m.  
Blogger el iván said...

Estoy de acuerdo en gran parte con tu comentario, pero no podemos negar que todo eso es parte de nuestra cotidianeidad como habitantes de Latinoamérica.

Mi comentario va hacía la forma en que se abordan dichos temas, cayendo más en los estereotipos y la vil explotación de la anécdota, olvidándose de las infinitas posibilidades de la expresividad a partir de la forma (de filmar).

Saludos hasta Santiago!

3:02 a.m.  
Blogger Sofía said...

mal plaaaaaaan, a mí me gustó whisky, me reí un chingo.

32 - .32, "por algo será", diría mi abuela.

2:33 p.m.  
Blogger asco said...

somos parte de esa sociedad que nos ha hecho parecer un bonito y rarito arquetipo. Bien dices Iván que al no conocernos entonces tenemos que representar una imagen que ellos imaginan que somos, estoy de acuerdo, solo que nos estamos comenzando a creer esa imagen nosotros mismos y comenzamos a vivir con ese estigma toda nuestra vida. Con zarape, sombreros de mariachi y con gueva todo el tiempo. Somos una caricatura, que el cine latinoamericano no se ha cansado en seguir mostrando al extranjero, ya que es la fórmula secreta para ser vitoreados.

Saludos. Suerte a Rebella y que bonito te quedó esto Iván.

1:02 p.m.  

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